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Cuando diseñamos un archivo para imprenta, hay un detalle técnico que, si se pasa por alto, puede arruinar por completo el acabado profesional del trabajo: el sangrado. Este término es fundamental para evitar que queden bordes blancos no deseados tras el corte final del papel.

En este artículo, te explicamos qué es, para qué sirve, cómo configurarlo correctamente y qué errores debes evitar si quieres que tus diseños se impriman como un auténtico profesional.

¿Qué es el sangrado en impresión?

El sangrado es una extensión del diseño que se añade más allá del borde final del formato de corte. En otras palabras, consiste en dejar unos milímetros extra de imagen o color de fondo fuera del área visible del documento. ¿Por qué? Porque al cortar el papel en la guillotina pueden producirse ligeras variaciones de posición.

Gracias al sangrado, si el corte no es perfectamente preciso, no aparecerá una línea blanca en el borde del diseño. En lugar de eso, lo que veremos será una continuidad perfecta de color o imagen, tal como se había planificado.

¿Cuántos milímetros debe tener?

El estándar en artes gráficas es dejar entre 2 y 5 mm de sangrado, dependiendo del tipo de producto y la maquinaria utilizada. En impresiones digitales de pequeño formato (como flyers o tarjetas), con 2 o 3 mm suele ser suficiente. En impresión offset o formatos más grandes, puede ser necesario más. 

Siempre es recomendable consultar con la imprenta qué medida exacta requieren. Algunas incluso lo especifican en sus plantillas descargables. 

¿Cómo añadirlo en tu diseño?

Para que funcione correctamente, no basta con extender la imagen visualmente; debes configurarlo desde el principio en tu programa de diseño. 

En Adobe InDesing, por ejemplo: 

  • Ve a “Archivo” > “Nuevo documento”. 
  • En el apartado “Sangrado y margen”, añade los milímetros correspondientes. 
  • Asegúrate de que los elementos que van hasta el borde del diseño se extienden hasta el área de sangrado. 

En Illustrator y Photoshop, también puedes configurarlo, aunque cada uno lo hace de forma diferente. Lo importante es que exportes el archivo en PDF con el sangrado visible y correctamente definido. 

¿Qué pasa si no lo aplicas?

Si no incluyes sangrado en tu archivo, el riesgo es claro: el corte puede dejar un pequeño borde blanco en el extremo del papel. Aunque se trate de una variación de décimas de milímetro, a nivel visual se nota. 

Este error resta profesionalidad al diseño y puede ser especialmente grave si estás imprimiendo material corporativo, packaging o libros. En productos encuadernados, la ausencia de este margen también puede afectar al alineado de páginas o imágenes a doble página. 

Diferencias con otros márgenes

Es importante no confundir el sangrado con el margen de seguridad o la línea de corte: 

  • El sangrado es el área exterior al formato final que se recortará. 
  • La línea de corte es la marca donde se realiza el corte definitivo. 
  • El margen de seguridad es el espacio interior donde no deben colocarse textos ni elementos importantes, para que no queden demasiado cerca del borde. 

Respetar estas tres zonas asegura una maquetación profesional y sin sorpresas. 

Casos donde es imprescindible

Hay muchos tipos de impresos en los que el sangrado es indispensable: 

  • Tarjetas de visita con fondos de color. 
  • Flyers con imágenes a página completa. 
  • Revistas y catálogos encuadernados. 
  • Pósters con fondos continuos.
  • Portadas de libros o cubiertas de discos. 

En todos estos casos, un archivo sin sangrado puede generar un acabado defectuoso. 

Cómo comprobar que está bien aplicado

Antes de enviar tu archivo a imprenta: 

  • Revisa que todos los elementos que llegan al borde estén extendidos hasta el área de sangrado. 
  • Usa la previsualización de PDF para comprobar que aparece correctamente. 
  • Asegúrate de exportar el archivo con marcas de corte y el margen correspondiente activado. 

La mayoría de programas de diseño permiten guardar presets que incluyen estos ajustes por defecto, lo cual te ahorra tiempo y errores. 

Errores comunes

Estos son los fallos más frecuentes relacionados con el sangrado: 

  • No añadirlo desde el principio y tener que improvisarlo después. 
  • Ampliar la imagen a mano sin respetar las proporciones ni resolución. 
  • Colocar textos demasiado cerca del borde. 
  • Exportar sin marcas de corte ni ajuste para el sangrado. 

Evitarlos es fácil si trabajas con una plantilla adecuada y revisas el archivo antes de enviarlo. 

Consejos profesionales

  • Empieza el diseño con el sangrado activado desde el minuto uno. 
  • Extiende fondos, imágenes o colores más allá del formato final.
  • No coloques elementos importantes como textos o logotipos a menos de 5 mm del borde.
  • Exporta en PDF/X-1a o PDF/X-4, que aseguran compatibilidad. 
  • Consulta con tu imprenta las condiciones específicas según producto o técnica. 

Además, no está de más familiarizarse con las características del papel y el método de encuadernación antes de comenzar el diseño. Por ejemplo, papeles más gruesos pueden afectar a cómo se comporta el corte, mientras que técnicas como la encuadernación encolada o cosida también pueden condicionar el margen exterior. Tener esto claro desde el inicio te evitará ajustes de última hora y mejorará el resultado final. 

También es importante considerar el uso del color en las áreas cercanas al borde. Un diseño que usa fondos oscuros o degradados cerca del margen necesita especial cuidado, ya que cualquier imperfección será más visible. Los contrastes altos son más propensos a evidenciar errores, por lo que vale la pena prever este tipo de detalles durante la planificación del archivo.

El sangrado no es un detalle menor, sino un elemento esencial en la preparación de archivos para impresión. Dominarlo te permite evitar errores comunes, ahorrar tiempo y garantizar resultados profesionales en todos tus proyectos gráficos. 

¿Diseñas para imprenta? Asegúrate de incluir el sangrado desde el principio y evita disgustos en el corte final. Tu trabajo (y tu cliente) lo agradecerán. 

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